La mayor parte de las personas que corren con cierta regularidad aprecian las ventajas que tiene esta disciplina deportiva. Y no solo por su capacidad para mejorar nuestro físico con la pérdida de peso. También sienten como ganan en confianza y autoestima. Todo aquello que parecía complicado de conseguir puede hacerse realidad a base de esfuerzo y sacrificio. Son máximas que nos sirven también para el día a día de nuestra vida, ya que casi siempre habrá que sufrir para conseguir lo que deseamos.
Durante esos minutos en los que estamos corriendo dispondremos de mucho tiempo para reflexionar. Para evadirse de todo aquello que nos preocupa y mantener un diálogo con nosotros mismos. Para escuchar a esa voz interior que nos asesora sobre lo que más nos conviene.
Habrá espacio para centrarnos en aquellas cuestiones que nos preocupan del trabajo o de la familia, pero lo adecuado sería evadirse de todo y centrarse por completo en el entrenamiento. Será un trabajo de psicología muy interesante, que nos permitirá escapar de todo aquello que nos tiene agobiados o nos provoca un desánimo.
Esta labor resulta más sencilla de desarrollarla cuando salimos a correr en solitario. Es probable el único momento del día en que podamos disfrutar de la soledad, de tener unos minutos en exclusiva para nosotros.
Si somos capaces de mantener la concentración en la sesión preparatoria podremos controlar mucho mejor la manera de respirar o el ritmo de las zancadas. Y con ello podremos correr más rápido y tener un mayor grado de satisfacción con nuestra preparación. Ampliar unos kilómetros nuestro entrenamiento o bajar la media por kilómetro ayudaran a sentirse bien con uno mismo. Y es que siendo positivo resultará más sencillo alcanzar el éxito y las metas que nos propongamos.