No son pocos los corredores que acuden a una carrera apelando a la diosa fortuna.
– Con un poco de suerte, no me da flato.
– Si tengo suerte, las zapatillas no me molestan.
– A ver si no se me irritan los pezones.
– ….
Desconozco si es tu caso.
Pero basta competir un puñado de veces para darse cuenta que muchos corredores se presentan cada domingo en la línea de salida buscando la suerte que le permita alcanzar su objetivo.
Ole por ellos.
Mira.
Ayer leí un libro que quiero compartir contigo.
La buena suerte, de Álex Rovira y Fernando Trías.
No sé si lo has leído.
Pero te lo cuento.
El texto es de lectura rápida y se lee de una tirada.
Tiene una historia muy simple pero, a la vez, compleja.
Me explico.
El libro contiene una fábula que te resumo a continuación.
En un reino lejano, Merlín convocó a todos los caballeros y les dijo: En siete noches, nacerá el trébol mágico de las cuatro hojas. Un trébol que dará suerte ilimitada a su portador. Nacerá en un lugar del bosque encantado. Desconozco el lugar exacto, pero elcaballero que lo encuentre, será afortunado toda su vida.
Ante estas palabras, los caballeros empezaron a abandonar la corte. El bosque tenía miles de hectáreas y resultaría más sencillo encontrar una aguja en un pajar.
Tan sólo quedaron dos caballeros: Nott y Sid.
A la mañana siguiente, estos dos caballeros partieron rumbo al bosque encantado.
Nott, preguntaba a todos los habitantes del bosque (es una fábula, ¿ok? y allí hablaban las flores, los animales, los árboles…) con la intención de que le dijeran dónde sería posible que naciera un trébol de cuatro hojas.
A todo aquel que le preguntaba, le decían que las condiciones del bosque no daban la posibilidad a que brotara un trébol de cuatro hojas y que nunca se había visto un trébol por allí.
Sid, preguntó a los mismos habitantes que Nott, recibiendo las mismas respuestas por parte de éstos.
Sin embargo, profundizaba más y se interesó por conocer las condiciones ideales para que un trébol de cuatro hojas naciera en aquel bosque.
Al contrario que Nott, Sid empezó a construir las condiciones ideales para que brotara de aquella tierra la preciada flor.
Cada día, Sid aprendía algo nuevo.
– Aportaba agua a través de un lago.
– Le daba las condiciones perfectas de sol y sombra.
– Quitaba las piedras que pudieran ser un obstáculo para que naciera el trébol.
– …
Mientras, Nott, pasaba el día preguntando a unos y a otros sin tener una respuesta esperanzadora.
El único consuelo de Nott, era que Sid, tampoco encontraría el trébol de cuatro hojas.
Al séptimo día, mientras que Nott se dirigía al castillo y Sid estaba sentado en la huerta que había creado, empezaron a llover semillas de tréboles de cuatro hojas en todo el bosque encantado.
Estas semillas pronto empezaron a crecer en la tierra que Sid había creado otorgándole a éste varios ejemplares de la hierba preciada.
Así fue como Sid consiguió su objetivo mientras que Nott se comió un colín.
Trabajo diario.
Constancia.
Esfuerzo.
Sacrificio.
Todo de la mano.
Y la suerte le sonrió.
El libro nos deja un pensamiento claro.
La suerte les sonríe a aquellos que se esfuerzan a diario.
En la vida.
En el running.
Las condiciones serán las mismas para todos los corredores.
Frío, lluvia, viento,…
Todos tenemos las mismas condiciones. En una carrera, en un entrenamiento o en la vida. Da igual.
La única diferencia entre los que tienen buena suerte de los que tienen mala suerte, es el trabajo diario.
Y, por suerte, la constancia y el trabajo dependen de ti.
Por algo dicen que la suerte es inversamente proporcional al trabajo.
Si eres de matemáticas te dejo la ecuación. Suerte = 1/Trabajo.