Antes de cualquier entrenamiento, sobre todo si tienes previsto hacer una sesión duradera, es preciso que cuides al máximo tu alimentación. No pueden faltar alimentos ricos en hidratos de carbono como el pan integral, cereales, pastas o arroz, hortalizas, frutas u hortalizas. Los alimentos ricos en grasa, por su parte, suelen resultar más perjudiciales a la hora de alcanzar la meta que te propongas.
Una buena nutrición no implica que tengas que contar las calorías que te llevas a la boca, pero sí que le prestes atención a lo que debes comer o no. No hay olvidar de lo importante que resulta la hidratación para que nuestro organismo pueda funcionar con normalidad y no se resienta durante la actividad. Al término del entrenamiento nuestro cuerpo exigirá la ingesta de carbohidratos para recargar la energía perdida, además de proteínas, que ayudan a la recuperación y a la generación de los músculos.