El rendimiento deportivo de cualquier corredor irá vinculado a su estado de ánimo, a la confianza que tenga en sí mismo en cada momento. Como es lógico, esta situación será muy oscilante, y puede variar de forma considerable de un día para otro. Pero si somos capaces de analizar esta situación desde otra perspectiva, también hay que destacar todo lo positivo que nos puede aportar un buen tiempo en una carrera o las sensaciones tan agradables que nos aporta correr unos cuantos kilómetros sin apenas apreciar el agotamiento.
Es lógico que en algún momento sintamos una pérdida de confianza en nosotros mismos, sobre todo cuando a la hora de entrenar no conseguimos los objetivos que nos propone un plan de entrenamiento o nuestra cabeza no se siente con la suficiente fortaleza para resistir el esfuerzo.
Se trata, en definitiva de un problema de psicología, que no es exclusivo de los aficionados, ya que se repiten con demasiada frecuencia entre los atletas profesionales. Ellos están sometidos a una mayor presión, a la necesidad de alcanzar el éxito con más rapidez, principalmente porque es su modo de vida y de ello depende que consigan patrocinios, becas o invitaciones a competiciones.
Es común dudar de nuestras habilidades, sobre todo cuando no se consiguen los resultados deseados y las sensaciones no son las esperadas. Pero está más que comprobado a través de diferentes estudios que las personas que creen en sí mismas, que se muestran seguras, suelen ser más eficaces y tienen más facilidades para conseguir su objetivo deportivo
El runner que confía plenamente en su capacidad puede llegar a conseguir su mayor punto de rendimiento bajo presión, siendo capaz de combatir los pensamientos negativos que puedan surgir durante una prueba de atletismo o una sesión preparatoria.