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7 consejos para acabar un maratón que no te daría un dominguero

7 consejos para acabar un maratón que no te daría un dominguero

No te pases de ritmo, bebe en todos los avituallamientos, cuidado con el muro ese del kilómetro 30, busca un grupo que te lleve, madruga no vayan a salir sin ti…

Vale vale. Ya está bien.

Que todos estos consejos te los puede dar tu cuñado con su tripa cervecera mientras se toma una caña en la barra del bar.

En este post no vas a encontrar cada cuanto tienes que tomarte un gel. Sin embargo, vas a conocer los pequeños detalles que pueden hacerte levantar los brazos al pasar por línea de meta.

Ya sabes lo que dicen de los pequeños detalles

Venga. Vamos allá.

No busques una excusa

Las excusas están muy bien para intentar autoengañarte, pero se te olvidarán cuando pasen unos meses. Te quedarás con el resultado, que es al final lo que cuenta. Te cuento una historia que tuve:

Hace unos años, fui al maratón de Hamburgo. Llevaba 3 meses entrenando y tenía el objetivo de bajar de las 2h35′.

Las sensaciones eran buenas. Y mi entrenador me decía que iba sobrado. Esto sólo lo veía él, pero donde manda patrón…

Cuando viajo a un maratón al extranjero me gusta ir unos días antes. Normalmente, viajo el jueves previo.

Probar la cerveza local, disfrutar de su gastronomía y poder visitar la ciudad donde acabaré ciego el domingo son planes que me gustan.

El caso es que metí en la maleta que facturaba toda mi ropa. Incluida con la que acudiría a la línea de salida el domingo: zapatillas, camiseta, pantalón y calcetines.

Cuando llegué al aeropuerto de Hamburgo, empecé a ver como mis compañeros viajantes retiraban su maleta de la cinta. Me impacienté al ver que la mía no salía. Finalmente quedaba una maleta dando vueltas en la cinta de una señora que había tenido problemas con su pasaporte o vete tú a saber qué jaleo tenía montado. El caso es que yo estaba en Alemania sólo. Sin mi ropa, sin mi líquido de lentillas (soy miope).

A esto súmale que mi alemán es nulo y mi inglés lo dejaremos en un medio de los que se ponen en el curriculum.

Sin salir del aeropuerto, removí Roma con Santiago con una señorita detrás de un mostrador que me hablaba en alemán y chapurreaba el inglés. Imagínate la escena. Yo me sentía como Paco Martínez Soria.

Llegué al hotel a eso de las 6 de la tarde sin nada. Sólo con mi cartera (menos mal) y un puñado de euros que me sirvieron para comprar líquido de lentillas y un cepillo de dientes.

Lo que restaba de tarde del jueves, el viernes y el sábado lo dediqué a comprarme la ropa con la que mejor me sentía. Pero mi problema no era la ropa. Al fin y al cabo, con la ayuda de la vaselina podía combatir las rozaduras. Lo que más me preocupaba era el calzado, que como sabes, estrenar zapatillas en un maratón no es lo más recomendable.

El sábado por la tarde, mientras ahogaba mis penas en el bar tomando una cerveza recibí una llamada de un número raro. Era la señorita del mostrador (o esa imagen tengo en mi cabeza) diciéndome que habían encontrado mi maleta y que me la harían llegar lo antes posible al hotel. La intenté decir que lo antes posible no, que debía ser en unas horas ya que el maratón empezaba a las 9:00h. Me dijo que ok, o eso creí entender.

Por fin, tras cenar en el restaurante más cercano, la maleta llegó. Sana y salva. Pero el estrés que me generó esos 3 días, crearon la excusa perfecta. Yo no lo sabía, pero pasado ya más de 3 años, reconozco que aquellos tres días generaron una situación que pude salvar.

Es cierto que no me tocaron unas cartas fáciles de jugar, pero eran las que había y podían ser ganadoras. Pero no supe jugarlas.

En el kilómetro 30 me acabé retirando de aquel maratón que con tanta ilusión había entrenado.

¿Al final con qué me tengo que quedar? Con el resultado.

Bueno, con el resultado y con la experiencia que, posteriormente, me sirvió para conseguir mi marca. Te lo cuento más adelante.

No trates de descubrir la fórmula secreta de Kipchoge el día de la carrera

Todos hemos querido ser Kipchoge. Seguro que te acuerdas de cuando bajó de las 2 horas en maratón en el circuito de Imola.

¿Qué desayunaría ese tío para poder dar esa zancada?

Te lo voy a responder yo sin saber qué tipo de alimentación sigue.

Desayunó lo de siempre. Lo que había estado entrenando durante su plan de entrenamiento.

Kipchoge, al igual que tú, es humano y experimentar un día tan importante es de principiante.

Y ni tú, ni Kipchoge, lo sois.

Al igual sucede con el resto de cosas que hagas el día del maratón.

Entrénalo antes.

Simula tu carrera en los entrenamientos. Que para eso están.

  • Te sienta mal un gel: paras en un bar, te tomas un café y le pones el retrete bonito.
  • Te hace rozadura una camiseta: te la quitas y la empiezas a usar para cambiar el aceite al coche.
  • No te sientes cómodo con una zapatilla: llegas a casa y la dejas para ir a por la aceituna.
  • ….

Piensa que si te sucede cualquier tontería de las que he listado anteriormente, no te salva ni la Macarena.

Cuidado con los primeros metros

Los primeros metros de un maratón son, posiblemente, los más importantes y pueden marcar el porvenir de la carrera.

Superarlos sin percances es tu objetivo. Y no es tan fácil como crees…

Los nervios de la salida hacen que los corredores entonen (entonemos, no seamos hipócritas) el yo, yo, yo y no miren (miremos) al prójimo. Y puede causar muchos problemas.

Verás,

En 2019 estaba más fino que el coral y volví a intentar al maratón de Valencia lo que no había conseguido tiempo atrás en Hamburgo: 2h35′ y por ende mi marca personal (o MMP como lo llaman los millenials).

Tres semanas antes había hecho la media maratón (también en Valencia) en 1h12′, por lo que la marca que me propuse era más que accesible.

Me planté en linea de salida detrás de los muchachos de piel morena.

Dan la salida y tras 500 metros empiezo a escuchar voces delante de mi.

No veo nada hasta que a 3 metros, me encuentro a uno de estos patas arriba.

Trato de saltar, pero el que escribe va al suelo. Esas piernas eran más largas que un día sin pan.

Alzo la vista y me encuentro a 40.000 runners corriendo como locos.

The end is near – pensé.

No sé cómo, me levanté comandando aquella manada de corredores y a medida que iba dando zancadas iba haciendo un análisis de los daños de la caída.

  • La cadera me duele, pero creo que es solo el golpe.
  • El dedo índice con el que me apoyé en la caída como una pelota de ping pong.
  • Un raspón en el muslo y un poquito de sangre.

En definitiva, nada que me impidiera correr.

Aquí no había excusas. Tenía claro que había agotado todas en tierras bávaras.

El resultado final… 2h35’32”.

Objetivo cumplido.

Quién sabe que hubiera podido hacer si no me hubiera caído en los primeros metros de la carrera… Nunca lo sabremos.

Tu maratón empieza la semana previa

La última semana del plan de maratón dicen que es de relleno.

Que no sirve para nada.

Que es como el último día antes de un examen: lo que no hayas hecho ya, no lo vas a hacer en un día.

Estoy de acuerdo, pero a medias.

Los últimos días antes de la carrera, tienes poco que ganar y mucho que perder. Hacer el gamba puede echar a perder toda tu preparación.

En primer lugar, no trates de meterte entrenamientos duros. Mi entrenador, que de correr sabía un rato, me decía que prefiere que un atleta llegue mal entrenado a mal descansado.

Tampoco hagas nada raro. Es muy común empezar a utilizar suplementos o probar cosas que no sabemos como nos van a sentar. Mi consejo es que las pruebas las hagas antes. Durante el periodo de entrenamiento. Que es donde se deben hacer las pruebas. Y veas si realmente te produce el efecto deseado.

Aprovecha estos días para descansar y arañar al despertador 5 minutos. Todo lo que puedas descansar será bienvenido.

Adáptate al clima de la ciudad donde vas a correr

Es posible que en tu ciudad, donde has llevado todo el plan de entrenamiento, tenga condiciones climáticas muy distintas a donde tendrá lugar el maratón.

La humedad, el calor, el viento,… son factores que pueden jugar en contra (muy pocas veces a favor) de los corredores.

Algo que siempre he tratado de hacer, es entrenar en las mismas condiciones que me voy a encontrar en la ciudad de la carrera.

Una de las citas que habitualmente no me perdía eran los 10k de Laredo. La humedad y el viento (al correr en plena costa) hacía muy incómoda la carrera. Para esta prueba, lo que hacía era buscar los días en los que hacía más viento para salir a correr.

El maratón de Sevilla, lo preparaba a mediodía que era cuando más calor hacía y la hora del día en la que el clima más se asemejaba a lo que me iba a encontrar en Sevilla.

Como ya he comentado anteriormente, siempre he tratado de irme tres o cuatro días antes al lugar donde se disputa la carrera. No solo para ir de turismo y para estar más tranquilo, sino también para hacer los últimos rodajes aclimatando el cuerpo a las condiciones de la prueba.

Átate bien las zapatillas

Ríete de esto… pero, ¿cuántas veces se te han desatado los cordones en mitad de un rodaje?

No sé tú, pero yo, que soy muy despistado, muchas veces. Me atrevería a decir que una vez por semana (y seguro que me quedo corto).

¿Has pensado lo que te puede suponer esto el día de la prueba?

Ojo. Independientemente de tu objetivo.

Tanto si vas a hacer marca como si vas a terminar la carrera, que se te desaten los cordones de la zapatilla puede suponer un problema… De los gordos.

Sí, de los gordos.

¿Has pensado en lo que supondría agacharte a atarte los cordones cuando tienes los músculos como macetas? Los típicos tirones, subidas de gemelo y el ponerse nuevamente a correr

Poca broma con esto.

Tómate una (o dos) cañas el día previo al maratón

No es un capricho.

Aunque te lo puedes tomar así. No pasa nada.

Tomarte una cerveza el día antes de la carrera te van a suponer muchos beneficios para el día de la carrera.

En primer lugar, seguro que tu cuerpo está acostumbrado al sabor de la malta y no estarás añadiendo ningún tipo de suplemento a tu dieta. De hecho, lo que estarás aportando serán sales minerales que tiene la preciada bebida.

Además, ya sabemos los problemas para conciliar el sueño el día previo. Los nervios y el estar pendiente de que el despertador no suene, te mantendrá en vilo toda la noche. Para esto también ayuda nuestra querida cerveza. ¿Quién no duerme mejor después de tomarse una cañita? No conozco a nadie que no lo haga.

Tampoco te vayas de juerga… pero, como dicen los de mi pueblo, una no es ninguna.