Los primeros metros de un maratón son, posiblemente, los más importantes y pueden marcar el porvenir de la carrera.
Superarlos sin percances es tu objetivo. Y no es tan fácil como crees...
Los nervios de la salida hacen que los corredores entonen (entonemos, no seamos hipócritas) el "yo, yo, yo" y no miren (miremos) al prójimo. Y puede causar muchos problemas.
Verás,
En 2019 estaba más fino que el coral y volví a intentar al maratón de Valencia lo que no había conseguido tiempo atrás en Hamburgo: 2h35' y por ende mi marca personal (o MMP como lo llaman los millenials).
Tres semanas antes había hecho la media maratón (también en Valencia) en 1h12', por lo que la marca que me propuse era más que accesible.
Me planté en linea de salida detrás de los muchachos de piel morena.
Dan la salida y tras 500 metros empiezo a escuchar voces delante de mi.
No veo nada hasta que a 3 metros, me encuentro a uno de estos patas arriba.
Trato de saltar, pero el que escribe va al suelo. Esas piernas eran más largas que un día sin pan.
Alzo la vista y me encuentro a 40.000 runners corriendo como locos.
"The end is near" - pensé.
No sé cómo, me levanté comandando aquella manada de corredores y a medida que iba dando zancadas iba haciendo un análisis de los daños de la caída.
- La cadera me duele, pero creo que es solo el golpe.
- El dedo índice con el que me apoyé en la caída como una pelota de ping pong.
- Un raspón en el muslo y un poquito de sangre.
En definitiva, nada que me impidiera correr.
Aquí no había excusas. Tenía claro que había agotado todas en tierras bávaras.
El resultado final... 2h35'32''.
Objetivo cumplido.
Quién sabe que hubiera podido hacer si no me hubiera caído en los primeros metros de la carrera... Nunca lo sabremos.